jueves, 21 de enero de 2010

La Noticia

No paso nada. Nadie me esperaba para matarme, no había nadie en la habitación. Era una habitación amplia, el piso y las paredes eran de madera de un color marrón oscuro pero parecían ser más suaves que el algodón. Sentí como mis latidos se aceleraban un poco, pero nada para alarmar. Me senté y me di cuenta que estaba en una mesa y no en el suelo como había pensado. Veía todo con demasiada claridad, a pesar de que la habitación estaba sumida en la oscuridad. Me parecía muy raro todo esto. Que escuchara los latidos de mi corazón con tanta claridad y otros latidos de corazones que no sabia de quien eran, también escuchaba las risas de hombres, y un partido que seguramente estaban viendo en la televisión. Me pare un momento y me dirigí a la única puerta que había. La abrí y salí a un pasillo largo que tenia un montón de cuadros. Parecía una casa antigua. Ya que los cuadros que colgaban las pinturas que contenían no se parecían nada a lo moderno. Escuche como mi estomago gruñía y me di cuenta de que tenia un hambre terrible. ¿Quién sabe cuanto estuve en esa oscuridad sin comer?
Seguí caminado por el pasillo viendo los cuadros que había en las paredes, estaban muy bien pintados y eso los hacia muy hermosos. Llegué hasta donde estaba la escalera. Era una escalera en forma de caracol y era de la misma madera que había en las paredes del pasillo y escuche con mucha más claridad los latidos de corazón y el televisor. Todos los que estaban abajo se callaron y pensé que se habían dado cuenta de que me había despertado. Pero no oí ningún paso que se dirija hacia donde estaba. Tenia un hambre feroz y también tenia ganas de tomar algo fresco, mi garganta estaba tan seca que casi no podía hablar. Baje las escaleras muy sigilosa, procurando no hacer mucho ruido, y en eso note que tenia que prestar mucha atención para poder escuchar mis pasos. Tuve que ver mis pies para saber si de verdad me estaba moviendo o si solo me lo imaginaba. Me estaba moviendo y sin hacer casi ningún ruido.
Llegué al fin de la escalera y me encontré con una sala enorme. Había un sofá enorme donde estaban sentadas tres personas viendo televisión que estaba frente a ellos. La sala tenia una ventana enorme que daba a un patio o pradera ya que al lado había un bosque, o eso parecía. Me di cuenta de que recién entraba la noche, porque se veía el crepúsculo en el horizonte. Era realmente hermoso. En esa ventana había una pareja. Una mujer hermosa, era baja y tenia una piel muy blanca. Su pelo corto era rebelde con cada punta señalando en una dirección y de un negro intenso. Al lado había un hombre musculoso de cabellos color miel. También tenia la piel blanca y era muy hermoso. Nadie se había percatado de que estaba ahí. ¿Por qué? No lo sé.
Decidí pedirles algo de comer entes de que me mataran, así moría satisfecha. Y no, que sea una muerta de hambre.
- ¿Me podrían dar algo para comer? –pregunte con miedo a que cuando se dieran vuelta me mataran.
Pasaron tan rápido las cosas que me dieron miedo cuando me las puse a razonar, pero les vi tan claro que hasta podía haberme escapado. El chico que estaba en la ventana con la chica se me vino encima luego de que termine de hablar, me puso el brazo entero de bajo de la garganta –en el comienzo del pecho –y me golpeo con tanta fuerza que me hizo mal en el lugar donde esta ahora mi corazón y tal fue el golpe que me empujo hasta la pared que tenia detrás. Me tapo la nariz con el pulgar y el índice. Después vi como uno de los chicos que estaba sentado en el sofá se levantaba y recogía a dos personas que estaban en la habitación –que no me había percatado de que estaban –, una era una niña hermosa y otra era un chico grandote, que me impresiono mucho cuando los levanto a los dos y se los llevo de ahí. En ese momento el rubio que me había estampado contra la pared vio como seguía con la mirada los que se acababan de ir y me tapo los ojos, ¿cómo pudo? No sé, porque solo le quedaban tres dedos para taparme, pero se las arreglo muy bien, por que en medio segundo, no vi nada más.
Por unos segundos tuve miedo de que me hubieran tapado los ojos para que no vea el arma y luego así me mataran. Pero todo eso no sucedió. El chico que tenia a mi lado bajo el brazo y sentí un gran alivio –realmente me dolió el golpe que me había dado y me masaje el pecho, para aliviarlo –me destapo los ojos, pero tardo un momento en sacarlos de mi nariz. Me di cuenta que la oscuridad que había era porque yo había cerrados los ojos y seguramente después de que me ponga los dedos en los ojos.
Abrí los ojos muy suavemente, y vi como se había llenado lo sala de chicos y chicas muy hermosos, aunque todos tenían dos características similares, como las ojeras malvas y la piel blanca, pero eran muy diferentes entre sí. Estaban en un semicírculo y me miraban como si yo fuera el peligro más grande que había en la tierra. Mientras que ellos me habían raptado a mí, y a ahora no sé por que no me mataban. ¿Para que me quisieran viva?
Los mire con mucha más atención que antes, y pude reconocer cuales eran los tres que estaban sentados en el sofá hace un momento. Pero había más gente y eso me preocupo y me dio miedo. Abrí la boca para decir algo, pero la volví a cerrar. No quería ser yo quien rompa el silencio.
Un chico hermoso de pelo rubio que no debería tener más de veinticinco años, dio un paso hacia delante y abrió la boca para hablar, pero tardo unos segundos en decir algo
- No me ataques –empezó diciendo. Pero luego se corto.
Lo mire incrédula por lo que me había dicho. ¿Por qué iba atacarles yo a ellos? ¿Ellos no me iban atacar a mí?
- No lo voy hacer, no tengo intenciones de hacerlo. –no quería hacerlo, pero las palabras se abrieron paso por mi garganta
Todos me miraron sorprendidos por mi respuesta, pero no les di importancia, decidí por un momento preguntarles por que no me mataban, pero me arrepentí. ¿Mira si les hacia acordar que me matasen? Y me calle.
- Bueno entonces me voy a presentar. Me llamo Carlisle –y luego de esto se calló.
- Me llamo Lucía. –dije como si nada –me gustaría hacerles una pregunta. ¿Se puede?
- Sí. Podes hacer cualquier pregunta. –me contesto unos de los tres que se habían sentado en el sofá. –Me llamo Edward.
- Hola Edward –le dije educadamente, no quería que él fuera el que me matara, ya que pareció muy bueno conmigo –¿por qué reaccionaron así cuando oyeron mi voz? ¿No me habían visto bajar de las escaleras?
- No lo entiendo –salto el chico que me había hecho daño
- ¿Qué no entiendes? Jasper –le pregunto Carlisle
- Que Lucía en cambio de pedir que le demos a Renesmee, a Jacob, que le demos sangre, o cualquier cosa que se necesite cuando eres neófito, ella no lo pide, ni nos ruega que le demos sangre. Y es la cosa que más necesita en estos momentos. Eso es lo que no entiendo Carlisle.
Los mire a todos sorprendida ¿De qué estaban hablando? ¿Qué tengo que ver yo con la sangre? ¿Por qué la necesito?
- tienes razón con ese tema –le contesto Carlisle –tenemos que tener mucho cuidado. Pero... –y corto la frase
- Pero... –cortándole lo que iba decir –¿Para qué quiero la sangre yo? Lo único que pedí era un poco de comida para alimentarme, ¿Hace cuanto tiempo que no comía y que me tenían en ese cuarto? El estomago me gruñe, y eso significa que tengo demasiada hambre.
- ¿El estomago te gruñe? –pregunto un chico muy grandote.
En toda mi vida no había visto nadie más grande que mi tío Christian, y eso que era un patovica. Era fuerte, tan musculoso, que me dio mucho miedo. Tenia el pelo oscuro y rizado. Pero escondía muy bien la hermosura que tenia.
- Sí –le conteste incrédula y sorprendida por lo que me había preguntado –¿no debería gruñirle a cualquier persona, si tiene demasiada hambre, como yo tengo ahora?
- Si, debería gruñirle, pero vos ya no sos una persona, vos ya no sos humana.
- ¿¡Qué?! Si que lo soy. ¿No ves como mi corazón late?
- No se lo tendrías que haber soltado así. No sabe nada de... –le dijo Edward. Pero se quedo en callado en la mitad de frase y giro la cabeza hacia mí –¿dijiste que tu corazón late?
- Si, ¿No lo oyes? –le pregunte –yo lo oigo perfectamente y ahora esta en un momento de taquicardia
- ¡Entonces era tu corazón el que oía y no el de Jacob! Jaja –se giro hacia los demás y siguió –pensé que eran los latidos de Jacob, pensé que se había acercado para escuchar, pero aun así se oía un poco lejos.. –Se quedo callado un segundo y luego siguió - ¿Cómo es posible que te hayas despertado si tu corazón sigue latiendo? ¿ No sentís dolor alguno?
- No –le conteste - ¿Debería sentirlo?
- Digamos que sí. Aun tu corazón sigue latiendo y eso significa que todavía no se a terminado la transformación.
- Bueno –dije sin esperar. El estomago me volvió a gruñir –hay algo de comer, por que si no voy yo y cocinó. Excepto a que me maten antes. –le corte el disparate que estaba diciendo
- ¡Matarte! Eso nunca lo haríamos. Estamos ayudando a tus papas, y no los vamos a defraudar. –me dijo Carlisle –y hablando de tus padres, después te contamos toda la historia y todo lo ocurrido, ahora ve y aliméntate, pero primero te presento a toda mi familia.
Señalo primera a la mujer que tenia al lado y la llamo por el nombre de Esme, luego señalo al chico corpulento y lo llamo Emmet, después a la mujer que estaba a su lado y la llamo por el nombre de Rosalie. Era hermosa de verdad, me sentí una miseria al lado de ella y me dio mucha vergüenza cuando la vi bien por primera vez. Después señalo al chico llamado Edward, que este ya se había presentado anteriormente. En cambio de continuar Carlisle de decirme los nombres de los integrantes de la familia, fue él quien siguió.
- Esta es mi esposa Bella –señalo a la mujer que tenia a su lado, y continuó –, ella es mi hermana Alice y él... bueno ya sabes cual es su nombre.
- Bueno –dijo la chica que Carlisle al había llamado Esme –Lucía, ven que te voy a dar algo de comer.
Me guió hasta una puerta de madera bien grande y la abrió. Tenia una cocina muy hermosa, y muy amplia. Había una mesa en el centro y alrededor había unos bancos altos. Me tendió una silla para que me sentara, mientras que ella se dirigió hacia un mueble grande de roble que tenia. Saco una caja de cereales y un cuenco. Lo lleno de cereales y se volvió hacia mí. Me pregunto con que lo tomaba y le dije que lo tomaba con yogurt. Abrió otra puerta que parecía ser desde fuera un mueble, pero seguro que no lo era porque de ahí saco el yogurt. Me tendió el cuenco y una cuchara. Comencé a comer ni bien se dio vuelta. Me daba mucha vergüenza comer delante de ella. No-tenia gana de pensar en nada así que puse mi mente en blanco y de lo único que era consiente, era de no dejar caer ningún cereal al hermoso piso que tenia debajo.
Esme se fue de la cocina, dejándome sola en la cocina más grande y hermosa que había visto en mi vida. Pero en menos de dos segundo ya no estaba sola. Había entrado a esta el chico corpulento. Emmett. Agarro una silla y se sentó frente a mí, y se me quedo mirando. Baje la vista hasta el cuenco, pero sentía como sus ojos seguían clavados en mí. Estuvo como un minuto entero así, hasta que la vergüenza que tenia me hizo romper el silencio que había entre los dos.
- Por favor no me mires –le pedí.
- ¿Por qué? –me pregunto sorprendido
- Me da mucha vergüenza que me miren así.
- Pero si eres realmente hermosa. Cualquier chico se quedaría atontado con tu belleza.
- Eso no es cierto. –le dije enfadada.
- La verdad es que tiene razón Emmett –dijo alguien que no había oído entrar –eres muy hermosa y eso me da muchos celos de ti. –me dijo la voz que aun no reconocía.
Me di la vuelta para ver quien era y... ahí estaba, Rosalie. Con su flamante cabello rubio, y sus ojos oscuros que la hacían aun más bella.
Lo que me había dicho me pareció una tremenda estupidez. ¿Cómo me podía decir algo así? Ella era tan bella, tan hermosa, ¿Cómo podía compararse conmigo?
- Viste que no soy el único que piensa así. –me dijo Emmett –aunque vos mi amor también eres muy hermosa. –ahora dirigiéndose a Rosalie.
- Da igual. No te quedes mirándome. No me gusta.
- ¿Alguna vez te viste en el espejo?-me pregunto
- Sí. Muchas veces –le conteste con un tono de burla.
- Hablo de que ¿si te has visto alguna vez en el espejo en tu vida nueva?
- ¿Qué vida nueva? Sigo siendo la misma chica de siempre. Nada cambió –le conteste enfadada.
Le corte lo que me estaba por decir y me levante de la silla. Me encamine hacia la puerta que daba a la sala que había estado antes. Escuche como me seguían y trate de caminar más rápido para poder esquivarlo, y no seguir hablando más del tema. Al ver que yo había aumentado el paso y él se quedaba atrás, el también decidió aumentar el paso.
En la sala estaba el chico llamado Edward y su esposa, Bella. Me dirigí hacia Edward y me escondí detrás de él. Se impresiono mucho cuando le dije que me cubriera y que Emmett me estaba siguiendo.
El día transcurrió normal, bueno no tan normal, nunca había hecho las cosa que había hecho. Deje de escapar cada vez que aparecía Emmett, y me acerque mucho más a él. Él siempre buscaba estar conmigo para hacer algo y yo escapaba, hasta que lo comprendí. Descubrí que era muy buen chico y que era realmente divertido y también que me había ganado su corazón. Se había encariñado demasiado, para ser mi primer día con un completo desconocido. Estuvimos jugando con la play, que me ganó tres veces de cinco partidas. Después me estuvo contando cosas que hacia ellos cuando no dormían –eso me impresiono mucho cuando me lo dijo, pero lo deje pasar como si nada –, también me contó lo que eran, o mejor dicho lo que éramos. Porque yo también estaba incluida, me dijo que tenga mucho cuidado cuando valla a cazar, porque si llegaba a ver un humano y lo llegaba a matar, estaría en un gran problema. También me contó el don que tenia Edward, Alice, Jasper, Bella y Renesmee. La hija de Bella y Edward. Cuando nombro el nombre ese, me contó la historia de los padres.
- Bella era humana cuando Edward la conoció. Este se enamoro de ella que cuando la dejo porque creía que era lo mejor para ella. Resulto todo lo contrario. Bella no se recupero de la ida, y le costaba mucho relacionarse con los amigos que había tenido. Se encontró con un amigo de la familia. –hizo una pausa y siguió – El perro, bueno se llama Jacob, pero da igual. Vos llámalo chucho o perro –me apuntó –con ese se llevo demasiado y casi se recupero, pero nada que ver, ésta lo simulaba bien el dolor. Después Bella hizo actos suicidas, no se para que, pero los hizo. Fue a buscar a su novio a Italia y volvió con él. Desde ahí nunca más se separaron. Tuvimos que luchar contra un montón de vampiros en los últimos tres años.
Hace poco ellos se casaron y al mes tuvieron a Renesmee. Esa es toda la historia.
¡Que historia!
- ¿Cuándo voy a conocer a Renesmee? –le pregunte
- Cuando tú sed este bien controlada –me contesto
Seguimos hablando de muchas cosas de él. Y luego me toco a mí contar las cosa. Me pregunto como era mi país, que hacia, si tenia amigos, como eran mis amigos y muchas más cosas. En un momento Jasper se acerco a nosotros y me caí al suelo. No quería estar cerca de él. Me di cuenta de que le tenia mucho miedo. No me había olvidado como me había recibido. Con un buen golpe en el pecho. Se echaron a reír cuando me caí y los mire enfadada. Jasper me tendió una mano para ayudarme a levantar. La mire y no le di la mía para que me ayudara sino que me fui para atrás. Le tenia demasiado miedo. Él comprendió mi sentimiento y bajo la mano.
- No me tengas miedo, por favor –me dijo –nunca quise hacerte daño. –vi en sus ojos la sinceridad con la que me lo decía y me convencí.
Volvió a levantar la mano, para darme ayuda, y esta vez la acepte. Luego de que me ayudo se aparto de mí, y me dijo que quería escuchar la historia que le parecía muy interesante. Le hicimos un lugar para que se sentara, pero se sentó en el suelo. Seguí con mi historia de mis amigas, y les conté como me sentí cuando ellas estaban con sus respectivos novios, y que estaba celosa, porque no me dejaban estar o disfrutar una fiesta con mis amigas, y así que me pelee con todas ellas. También les conté que siempre me preguntaba ¿por qué yo siempre escuchaba a todo el mundo y siempre estaba cuando me necesitaban? Pero... ¿Por qué nadie me escuchaba a mí y nunca estaban cuando más lo necesitaba?. Como vieron como me entristecía hablar de ello. Decidieron hacer otra cosa.
Después de tanto hablar. Emmett me ofreció jugar de nuevo a la play y acepte, pero esta vez jugamos de a tres, ya que estaba Jasper. Era medio difícil jugar de a tres, pero lo hicimos. Esta vez, les gane a los dos cinco veces, aunque Emmett no se quedo atrás, él gano cuatro veces y Jasper solo una. Deje de temerle, por el resto del día a Jasper, aunque estuve segura de que el miedo se había ido a causa de su espectacular don. Estuvimos jugando unas cuantas horas, me di cuenta de ellos cuando mire por la ventana y vi como el sol empezaba a salir, y cuando mi estomago gruño. Tenia un hambre feroz. Se rieron muy fuertemente cuando lo oyeron, y la sangre me subió a los pómulos y me sonroje.
- vamos a comer, pequeña –me dijo Jasper, aun riéndose
Nos dirigimos los tres juntos a la cocina. Yo iba detrás de ellos dos que iban uno al lado del otro. Cuando quisieron pasar por la puerta los dos juntos, fue un momento muy gracioso, me reí con tantas fuerzas que me dolieron las costillas y las lagrimas brotaron de mis ojos. Cuando hubo cesado el tiempo de las risas los mire a los dos y volví a reírme. Me miraban con cara de enojados pero con un tono de burla en los ojos. Se habían atorado y no querían romper el marco que tanto le gustaba a Esme. Así que los tuve que empujar. Y salieron de en medio de la puerta. Cayeron al piso y sonó un fuerte estruendo, como si hubiera tirado una roca contra ese piso hermoso. Los dos salieron ilesos, pero me preocupo y me agache para ayudarlos y tendí las dos manos en dirección hacia ellos, para que se agarraran y los pudiera levantar. Emmett y Jasper se miraron y luego se agarraron de mis manos. Pensé que si los tenia que ayudar, me iban a sacar los brazos, pero no ocurrió nada de eso. Me empujaron de mis manos detrás de ellos y me tiraron al suelo con ellos. Nos empezamos a reír a toda costa, que me volvieron a caer los lagrimones de tanta risa.
Escuche como alguien entraba en la cocina, pero a causa de las lagrimas no supe identificar quien era. Se quedo ahí parado mirándonos, como si fuéramos unos maniáticos. Las lagrimas cesaron, y pude ver con claridad quien nos seguía viendo como maniáticos. Era Edward. Le mire a los ojos, y le sonreí inconscientemente. Él me la devolvió y me tendió una mano para ayudarme a levantarme. Emmett y Jasper aun seguían riéndose en el suelo, pero cuando vieron que yo me había levantado, dejaron de reírse y se sujetaron los dos con ambas manos y se levantaron al mismo tiempo. Los cuatro nos fuimos a sentar a los bancos altos y después de haber pasado un minuto entero y todos callados, Emmett rompió el silencio.
- ¿Qué quieres comer? –me pregunto
- Lo que haya.
- Entonces no hay nada, porque no tengo ni idea como se cocina. Tendrás que esperar a que llegue Esme.
- Bueno, entonces ¿Qué hacemos mientras esperamos a que llegue? –les pregunte –¿Dónde esta Esme?
Comenzamos a hablar de mí de nuevo y de los chicos que me gustaban. Emmett se ponía furioso cada vez que decía que un chico me tiraba onda. Eso me daba mucha risa. ¿Cómo podía ponerse alguien celoso si recién lo conocía? También se enojo conmigo cuando le dije que la primera vez que había tenido un novio tenia once años. Me hacían reír mucho Jasper y Emmett. En eso llega Esme y nos pregunta que era los que hacíamos. Emmett le dijo que hace diez minutos que la estábamos esperando, y que me tenia que cocinar algo.
Esme lo reto, se dirigió hacia él y le dio un golpecito en la nuca. Ella cocinó unos panchos y me los comí todos, tenia un hambre realmente feroz. Después de eso Jasper se fue con Alice, ya que puso la excusa de que lo necesitaba, y Edward se había ido hace rato. Esme se volvió a ir cuando termino de lavar las cosas que había utilizado. Emmett me ofreció ver tele y nos fuimos a la sala para ver. Era de día cuando vi la ventana y por primera vez le pregunte la hora.
- Son las doce del mediodía. –me contesto mientras recogía el control del sofá y encendía el televisor.
Nos sentamos lo dos juntos y puso un partido de béisbol, me queje un buen rato para que lo cambiara, porque yo de eso no entendía nada, auque se ofreció a explicarme, le negué y cambió de canal. Puso una película que pasaban por ahí. Gracias a Dios no era una comedia musical. Estaba en un momento de la película en el que había una mujer y un hombre a punto de besarse, cada ves se acercaban más, pero lo hacían muy lentos. Los párpados me pesaban mucho, no podía tenerlos mucho más tiempo abiertos. Apenas se tocaron los labios, que cerré los ojos, y después de eso no supe nada más.
Estaba muy cansada. En mi vida normal nunca había jugado tanto tiempo, y eso me dejaba realmente agotada. Me desperté sobresaltada cuando Emmett me alzo y subió las escaleras, para llevarme a una habitación con cama. Apenas toque el colchón con mi cuerpo que ya me había vuelto a dormir.

Me despertó el sol de la mañana, que me pegaba en la cara y me hacía sentir muy acalorada. Abrí los ojos muy suavemente, y me di cuenta de que esa no era mi cama. No era un sueño lo que había vivido. Me levante de un saque y vi que en una silla que había al lado de la cama, había un papel blanco doblado. Lo tome, y estaba escrito. Decía: “Aquí tienes ropa para ponerte hoy, espero que te vaya bien. Alice. ” Tenia una letra muy hermosa y eso me dio mucha envidia.
Había un jeans oscuro y uno claro, también había unas blusas de color azul y violeta. Tome la blusa de color violeta y el jeans oscuro y me los puse. Después baje las escaleras y me dirigí hacia la cocina. Estaban todos ahí, se miraban unos a otros como si estuvieran esperando a alguien. Me dirigí hacia donde estaba Emmett y le di un beso en la mejilla.
- Buen día –le dije. Emmett se sobresalto por mi beso, pero lo dejo pasar
- Buen día pequeña.
Salude uno por uno, dándoles un beso en la mejilla. Todos se sorprendieron por mi beso, pero seguro lo dejaron pasar porque no me dijeron nada. Me dirigí hacia la heladera para sacar el yogurt y después saque el cuenco y los cereales. Fui a sentarme en la única silla vacía que quedaba y me serví los cereales y el yogurt juntos. Levante la vista para ver que hacían y... ¿Por qué siempre me tenían que mirar fijo?
- No me miren así por favor. –Les pedí bajando la vista y ruborizándome
- Perdón. –dijo Carlisle –Es que eres tan hermosa. Y eso me impresiona.
Todo el mundo decía que era muy hermosa. ¿Alguna vez se habían mirado ellos al espejo? Yo creo que sí. Siempre iban tan peinados, tan arreglados que parecía que siempre iban a salir algún lado.
No me animaba a romper el silencio que había dejado, y decidí no hacerlo. Me quede callada desayunando mis cereales y mirando lo que comía.
Carlisle fue el que lo rompió.
- Lu, vamos a contarte las reglas y como es que paso todo esto.
Carlisle espero a que dijera algo, pero no pude articular palabra alguna, entonces siguió.
»- todo esto comenzó un día cuando yo estaba en la Argentina –hizo una pausa breve y siguió –estaba viendo una casa para alquilar, para cuando me valla de vacaciones con Esme. Estaba en la cuadra de tu casa, cuando escuche el grito sofocante de alguien. Primero pensé que solo estaban jugando, había muchos niños ese día en una de esas quintas. Pero cuando oí de nuevo el grito, ya no pensé que estaban jugando.
»Era un día nublado, pero cuando el cielo se abrió un poco, tuve que esconderme de los rayos del sol. Estaba frente a tu casa cuando me oculte. Vi que estabas ahí tirada en el suelo con una mano en el bolsillo. Ahí comprendí que eras la chica que había gritado y que era un vampiro, el que te había hecho pegar tal grito. Decidí matarlo, pero antes de hacerlo tenia que esperar a que el sol se ocultara, no podía salir. Vi como sacabas un encendedor de tu bolsillo y luego le quemaste. Te levantaste del suelo con mucho esfuerzo y lo seguiste con el encendedor encendido. El vampiro no se te alejaba y yo no podía hace nada. Me odie mucho cuando todo termino. Le prendiste fuego totalmente y eso me hace acordar una pregunta ¿Cómo lo hiciste? –me pregunto y dejo de hablar.
No podía responderle, no me salían las palabras.
Al contarme todo esto, muchas imágenes se me vinieron encima. La que estaba tirada en el suelo con alguien en mi garganta, la del encendedor encendido, de cómo le quemaba al vampiro que yo creía que era un hombre. El miedo que no había tenido hasta ahora se me apareció de repente.
De pronto sentí como unas manos frías me abrazaban desde el costado pero no las pude ver y me di cuenta de que estaba llorando. ¿Cómo es que había pasado todo esto? Me pregunte en mi fuero.
El recuerdo de lo que me había pasado se me vino encima.
»Estaba en mi casa sola. Mi papa me había pedido que limpiase el parque. Pero cuando había ido para donde estaban los escombros, había visto algo muy brillante que trajo mi atención. Me deslice hasta ahí. No había algo brillante, no había un diamante, había un hombre, que me miraba hambriento. El hombre se echo hacia mi garganta y me clavo los colmillos. Cerré los ojos por el dolor que ocasionaba esto, pero luego los abrí. Vi como seguía el hombre colgado de mi garganta y saque el encendedor que tenia en el bolsillo. El hombre no parecía percatarse de lo que hacia. Lo encendí y le queme. Salió disparado de mi garganta pero no se alejo mucho. Me sentí debilitada. Me pare con mucho esfuerzo, tumbándome a cada segundo, pero lo había logrado. El encendedor seguía encendido y le amenace con quemarle. El hombre torció la cabeza y sonrió. Tenia los dientes manchados de sangre. Volvió a echarse encima de mí, pero esta vez le queme la ropa que llevaba. Y se encendió muy rápido. El hombre se había quemado casi por completo, todavía seguía gritando.
»En ese momento me caí al suelo, por el dolor que sentía. Las venas me ardían. Cerré los ojos como para que se fuera el dolor, pero no lo logre. Cuando termine de escuchar los gritos que pegaba el hombre, un ahora muy fuerte y horrible se metió dentro de mí y me hizo estremecer.
Volví a la realidad. Las lagrimas seguían cayendo, pero ya podía ver quien me abrazaba. Me escondí dentro del pecho de Emmett. Me sentí fatal. Tome aire, y me pareció innecesario, como si ya tuviera el oxigeno suficiente o como si había tomado dos veces oxigeno y no había exhalado.
Me despegue del pecho de Emmett y mire a Carlisle.
- A mis padres no les hice daño ¿no?
- no. –me contesto definitivamente, como para que no tuviera ninguna duda.
- Ellos te encontraron en el parque tirada y te llevaron hacia tu habitación. Llamaron a un medico, porque no hablabas, ni te movías. No había signo de vida para un humano. Al llamar a un medico, fui yo. Les explique todo a tus padres. Les dije que té tenia que llevar a Estados Unidos, porque esta enfermedad solo podía curártela yo.
»Tus padres me preguntaron mil veces, como se llamaba la enfermedad que tenían, me negué a todas las posibilidades que tenia para contárselas. Pero a la mitad del día siguiente me dijeron que te podía llevar. Lo único que les conté, fue que cuando vallas a regresar, no ibas a ser la misma. Que tu cuerpo iba a cambiar.
»Tomamos el primer avión que salía para acá. Y... ahora estas acá. Con una incógnita enorme en tu ser. –dejo de hablar y la cocina quedo sumida en casi en el silencio, ya que mis sollozos no cesaban.
Emmett me estrujó contra su pecho nuevamente y no me negué.
Alice en ese momento se puso rígida como una piedra y me asusto mucho ¿Qué era lo que le pasaba? Decidí preguntárselo a Emmet.
- ¿Qué le sucede? ¿No será por mi culpa? –dije atropelladamente y con la voz ronca, por los sollozos.
- No es por tu culpa, es solo que esta viendo algo –me contesto con una voz muy suave y curiosa al mismo tiempo.
Edward también se había puesto tenso, pero luego se relajo. Alice todavía seguía con la vista perdida y rígida como una piedra. Después de un minuto entero, Alice pierdo la postura que había tomado antes y me miro. Su mirada de curiosidad me aterraba y me capturaba, no podía dejar de mirarla hasta que ella no bajara la vista y me soltara. En sus ojos dejaba entrever unas cuantas preguntas, pero no podía descifrarlas. ¿Qué es lo que había visto? ¿Iba a matar a alguien pronto?
Todavía seguía atrapada en su mirada. ¿Por qué no me soltaba? No sé cuanto tiempo estuvo mirándome, pero la cocina se había llenado de curiosidad y tensión. Alice bajo la vista y me sentí liberada, después de esto. Aun seguía gimoteando, pero muy bajo.
Alice se fue de la cocina sin decir nada, Jasper la siguió pisándole los talones. Emmett seguía abrazándome, pero ahora con más fuerza. Rosalie se acerco a nosotros y nos abrazo a los dos. ¿Qué es lo que pasaba? ¿Por qué todo el mundo me abrazaba? No-tenia nada en contra de que me abrazara Emmett o Rosalie, todo lo contrario me sentí como en mi casa cuando alguno de ellos estaba conmigo.
No sabia cuantas horas se había quedado Emmett abrazándome, Rosalie se había tenido que ir a hacer unas cosas, y nos había dejado a solas. Las lagrimas no cesaron. No podía comprender el llanto. ¿Por qué seguía llorando? Ya había pasado todo. Y estaba con la persona que más quería en estos momentos. No se en que momento me dormí. Porque no me di cuenta hasta que desperté en un lugar extraño. Sabia que era un sueño, pero no me podía despertar.
Estaba en un bosque, en una postura que no reconocía. ¿Qué hacia agachada? Era como si quisiera atacar a alguien. Me quería erguir pero mi cuerpo no me lo permitía. Estaba muy atenta a mis sentidos. Con la vista buscaba algo alrededor del bosque pero no lo encontraba, y en esos momentos el bosque estaba sumido en un silencio sepulcral.
De pronto algo se mueve en el bosque y salgo corriendo en la dirección que lo escuche. Las aletas de mi nariz estaban dilatadas. Estaba oliendo el rico aroma de la sangre humana.
Había un chico musculoso que empezó a correr ni bien me vio venir. Sabia que la muerte de ese chico iba a llegar muy pronto y gracias a mí. Di un salto y termine en la espalda del chico, haciendo que este caiga al suelo. Busque su garganta y la encontré. Hasta que no lo mordí, la satisfacción que sentía al tener sangre me alegraba mucho, era mejor que la sangre de animal. Cuando hube terminado con este, me limpie la boca con la manga y para ver a quien había matado, porque me agarro una curiosidad. Con un pie lo moví y le di la vuelta.
Era alguien familiar, no podía creer que le hubiera hecho esto a la persona que más quería en este mundo, no podía creerlo. Una ola de pánico entró en mi cuerpo y me destrozo. Eso decía una parte muy al fondo de mí, pero la otra lo disfrutaba y encima quería más. Mi papá.
Escuche que también se movía algo y salí corriendo hacia el lugar de donde venia el sonido, las aletas de mi nariz se volvieron a dilatar. Otro humano andaba por ahí cerca. Cuando lo encontré también estaba corriendo, pero mucho más lentos que... era una chica y me lance hacia ella.
El sabor de la sangre de esta, era rico y cálido. Ansiaba tanto la sangre que no pude detenerme, a pesar de que no estaba hambrienta. Hice lo mismo que había hecho con mi papá. Le di vuelta la mujer y...
No lo podía creer. En menos de diez minutos había matado a dos personas muy queridas. Unas personas muy queridas por mí. A las personas que me hubiera gustado que sean mis padres. Pero ya no lo podían ser. Estaban los dos muertos. Totalmente disecados, sin sangre en su interior. Me agache junto al cuerpo y me tape la cara. Las lagrimas empezaron a nublarme la vista, para luego caer sobre mi mejilla. ¿Por qué habían tenido que ser ellos dos? ¿Qué no había otras personas en el mundo?
- Emmett –grite muy fuertemente –Rosalie –volví a gritar.
No podía haber sido tan mala, al matar a dos personas que yo amaba. Si, era la persona más odiosa del mundo. ¿Cómo podía haberles hecho esto a Emmett y Rosalie?
No pude lamentarme más, mi cuerpo era uno y mi interior otro. Mi interior trataba de auto flagelarse, por haber hecho tal asesinato. Mi cuerpo buscaba sangre y estaba atento a cualquier movimiento o sonido exterior.
Oí como se movía, pero no quería moverme yo y matar a otra persona que amaba. Mis intentos fueron vanos. Salí corriendo en la dirección que se oí y...
Me levante de un saque, aun aturdida por el sueño.
Estaba en la misma cama que había dormido el otro día, hacia demasiado calor. Sudaba a la gota gorda. Mi nuca ardía, hubiera podido hacerme un huevo frito en mi. Las sabanas estaban mojadas, así que me las saque de encima. Mi ropa también estaba mojada.
No quería salir. A ver si viéndome así, todos se reirían.
- Rosalie –gemí en un tono muy bajo como para que un humano lo escuchara, pero yo sabia que ella lo escucharía.
Tardo solo dos segundos, pero para mí fueron horas. Seguía aturdida por el sueño que acababa de tener. Al llegar, me miro y vino enseguida a abrazarme.
- estas mojada ¿Qué es lo que te paso mi amor? –me pregunto.
No podía contestarle lo que me había ocurrido, no podía contarle que en mi sueño la había matado y disecado. Así que solo le dije una cosa cierta. No le iba a mentir, si no que no le iba a contar el tema del que trataba el sueño.
- tuve un mal sueño –le dije entre sollozos.
No me había dado cuenta de que estaba llorando. Al oírme, me abrazo con más fuerza y me dijo ya paso, ya paso, repitió esas palabras tantas veces que... nada, es solo que el sueño no había pasado. ¿Cómo podía haber matado a las personas que más me habían ayudado y que tanto amaba en tan poco tiempo?
Rosalie me dio ropa para que me cambiara, pero no me la puse
- ¿Te importaría que me diera un baño? –le pregunte temerosa
- No. Ahora te digo donde esta.
Se dirigió hacia una puerta que no me había percatado de que estaba.
- Aquí es. –me señalo con la mano –adentro tenés todo lo que necesitas. Si me necesitas, llámame.
Me levanté de la cama y me dirigí hacia el baño. Vi como Rosalie sacaba las sabanas de la cama y se las llevaba.
El agua caliente me relajo los músculos, saco el sudor que me había quedado del sueño. Tenia frío cuando salía de la ducha –y eso que antes me estaba muriendo de calor –. No duro tanto el baño, me seque y me cambie con la ropa que me había dado Rosalie. Me fui directo a la cocina, ya eran las doce del mediodía. Había un olor exquisito cuando entre. Esme había hecho fideos con salsa boloñesa, mi favorita. Tenia demasiada hambre, porque me comí dos platos llenos. Casi no había nadie en la cocina. Solo estaba Esme y Rosalie.
Termine de cenar, y me fui de la cocina sin decir nada. Sentía como Rosalie me miraba a hurtadillas, con un tono de preocupación en los ojos, cada vez que hacia un movimiento. En la sala estaba Jasper mirando el noticiero, me acerque me senté junto a él.
Al ver que a mi no me interesaba en nada el noticiero, tomo el control y cambio de canal. Me puso Disney Channel. Estaba el programa de Zac y Coddy. Eran unos gemelos que se la pasaban haciendo estupideces todo el día. Pero era divertido.
- ¿Qué hora es? –le pregunte
- Son las ocho de la noche –me contesto
Guau. Había dormido un montón de horas. No lo podía creer. En esta casa me la pasaba durmiendo. Después de que termine la serie, Jasper me ofreció jugar una partida de ajedrez. Las acepte con muchas ganas. Hace mucho que no jugaba. La ultima vez que jugué fue en la salita de cinco, en el jardín de infantes.
Estuvimos como una hora para terminar la partida. Gane, y Jasper se enojo.
- Siempre ganas en todo –se quejo.
- Eso sabes que es mentira –le reproche.
Se dio vuelta, dándome la espalda y se cruzo de brazos. Estaba enfadado. No podía dejar que se enfadara, era mejor en el ajedrez que él, pero eso no quería decir, que yo sabia hacer de todo. Él era en algunos sentidos mucho mejor que yo. Y eso hacia que desilusionara.
Lo abrase desde atrás. Aun no me miraba. Le di un beso en la mejilla, y abrió los ojos como platos. Pero luego los volvió a cerrar, ignorando cada cosa que hacia. Estuvo una hora enojado, sin hablarme ni mostrar mirada alguna hacia mí. Así que me canse. Los párpados me pesaban, y eso que había dormido unas cuantas horas.
Me recosté sobre su espalda, aun abrazándolo. Hice como que su espalda fuera una almohada, cerré los ojos y no me percaté de nada más.
Empecé a soñar muy rápidamente para mi gusto. Era un lugar caluroso, pero sentía que algo me enfriaba muy rápidamente. Había arena debajo de pis pies, y reconocí que estaba en una playa desconocida. Escuchaba como algunos corrían alrededor de mí, pero no los podía ver.
¿Por qué cada lugar lindo que veía lo tenia que arruinar con algo que me asustaba?
Distinguí a lo lejos un lobo muy grande, pero en menos de medio segundo ya había desaparecido. Me hizo temblar. No-tenia frío, pero sí miedo. Y mucho miedo. No era un lobo común lo que había visto. Este era mucho más grande y de un pelaje muy distinto a comparación del común.
Después de que desapareció el lobo. La playa que había se sumió en la oscuridad y no pude ver nada más. Me quede un buen rato en la oscuridad, hasta que me canse y me tire al suelo –o por lo menos lo que parecía ser – porque mis ojos me pesaban, a pesar de que ya estaban cerrados en la vida real, los cerré en el sueño.

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