jueves, 21 de enero de 2010

Soy especial

Cuando llegamos a la cocina, estaban casi todos, solo faltaban Bella, Edward y Renesmee. Emmett hablaba con Jasper y Carlisle. Les estaba contando algo de anoche, pero no le preste ni más mínima atención a lo que decía.
Rosalie y yo tomamos la dirección en donde estaban Esme y Alice.
- Buen día –dije
- Buen día –dijeron las dos juntas al mismo tiempo.
Esme me tendió el cuenco, los cereales y el yogurt. Ya era la rutina de la mañana ese desayuno. Todo estaba mas que tranquilo, había tenido la noche más hermosa de toda mi vida y las más alegre.
- ¿Qué vamos a hacer hoy? –pregunte con alegría
- Ir de compras –me contesto Alice entusiasmada por la idea.
- ¿Pero no fuimos ayer?
- Ayer fueron a comprar CD’s, hoy vamos a comprar ropa. –contesto Rosalie.
Hoy íbamos a comprar ropa, mañana seguro nos tocaría comprar un piano y luego una pileta y estábamos llenos. Hoy iba a ser un día divertidísimo. Pasarla con mi abuela –medio joven –, mi tía y mi mamá, que era lo mejor.

Estuvimos paseando de tienda en tienda. Probándonos cada cosa que nos gustaba. Alice a veces sacaba fotos y sino lo hacia ella, lo hacia Rosalie.
En las tiendas que íbamos la mayoría de las cosas eran de marcas, pero como a mi no me gustaba llevar cosas tan caras, no íbamos a todas las tiendas más caras.
Eran las cuatro de la tarde cuando mire el reloj por primera vez desde que habíamos salido. Habíamos comprado ya un montón de ropa y las bolsas que teníamos apenas nos alcanzaban en los brazos para tenerlas. De vez en cuando se me caían algunas de las bolsas. Todo era tan divertido que en un momento pise no sé que y me caí al suelo y todo lo que tenia se me vino encima.
Fue un momento de mucha risa ese, y como teníamos tantas bolsas decidimos dejarlas en el auto e ir a comprar más cosas.
Me compre perfumes, sandalias, zapatos, unos DVD, libros, ropa y más ropa. Ese día realmente la había pasado bien.
Íbamos a donde yo quería ir. Nunca con mis amigas había podido hacer eso. Cada vez que iba siempre teníamos que ir para donde Antonella decía que quería ir, y yo no podía ir a casi ningún lugar que me gustase. Encima siempre iban a los mismo lugares. Onda shop, y piedra libre –la tienda de accesorios –. Por todo eso, a mi no me gustaba salir al centro. Siempre los mismo lugares. Pero todo esto era muy diferente. Las tiendas no eran las misma y la ropa tampoco. Rose, Alice y Esme iban a donde quería ir, tenia la palabra en esta salida, y nunca la había tenido. Me hacia sentir libre y me gustaba, mucho sentirme así.
Cuando ya era la hora del crepúsculo, fue cuando volvimos por segunda vez al auto, pero no para dejar las bolsas sino para ir a casa otra vez.
Tenia mucha hambre, no había almorzado y cuando llegase a casa iba a merendar y luego después de dos horas a cenar.
En el auto, Alice tomo la cámara y empezó a sacar fotos por doquier. Una tormenta eléctrica parecía tener dentro el auto. Nos reíamos por cualquier cosa. Por las fotos que nos sacaba Alice.
- No, no. Borra esa foto, salí re mal. –decía Rosalie.
Varias veces dije lo mismo que Rosalie, pero la mayoría de las fotos eran hermosas. ¿Cómo podía quedar una foto arruinada con una cara de aquellas bellezas?
Cuando llegamos a casa ya era de noche, aunque muy al horizonte se veía un poco el crepúsculo.
Baje del auto y un aroma delicioso me aturdió por completo. Emmett que había salido para ayudarnos con las cosas, vino a mi lado enseguida al ver que me caía y sostuvo mi cabeza y gracias a eso no me golpee la cabeza con el piso.
Emmett no tenia el olor que me había aturdido, pero alguien de muy cerca, lo tenia muy concentrado.
Mis sentidos se agudizaron. Las aletas de mi nariz se dilataron y yo me puse en una posición que ya había visto. En mi sueño me había puesto así. Estaba a punto de atacar a alguien.
Escuchaba latidos de corazones por todos lados, y se me hacia agua en la boca, con solo escucharlos. Volví a tomar aire y el bello se me erizo, un escalofrío paso por toda mi piel y me hizo volver a la realidad.
Volví a la postura normal y mire a Emmett, que era el que estaba mas cerca. Estaba asombrado, los ojos parecían que se le iban a salir de orbita.
- No me mires así. El olor ese me mata. –dije molesta.
Emmett siguió mirándome así y ya no me lo soportaba. El olor y el sonido de los corazones se alejaban cada vez más y muy rápido lo hacían.
- ¿Sabes que? Vamos a cazar. ¿Queres venir conmigo?
- Lucía espera un poquito para cazar –me pidió Carlisle.
- Pero... ¿ustedes no querían que yo cazara?
- Sí. Y lo vas a hacer si te sentís segura, pero solo dale un minuto a los lobos a que lleguen a su terreno –me explico Edward.
- A bueno, entonces el tiempo que me lleve entrar todas estas bolsas y guardar toda la ropa en el ropero enorme que ahora tengo ¿Será suficiente para darles tiempo y luego ir a cazar?
- Sí. Y te sobra.
Entre las bolsas una por una, para dar mucho más tiempo y que el olor que había quedado del chico que había pasado hace un rato por el terreno donde yo iba a cazar, se borrara un poco. Luego cuando termine de entrarlas, me puse a sacar la ropa de las bolsas y las fui colocando en mi cama. Separando las remeras de manga corta, las de mangas largas y las sin mangas. Después los pantalones de vestir, de los jeans. Y por ultimo las camperas de los buzos.
Abrí el ropero y comencé a guardar la ropa donde debía. Las había separado así, porque hoy a la mañana me había dado cuanta de que estaban separadas y ordenas así. Pero cuando las fui a colocar en su lugar cada prenda, me di cuenta que también estaban ordenadas por color.
¡Que ordenados que eran! –me dije a mi misma.
Ordene toda la ropa que me había comprado, por color, sumándole la ropa que ya estaba. Cuando termine de hacerlo, cerré el ropero y me quede mirándolo.
Las puertas eran hermosas. El picaporte era de un color dorado intenso, y encima quedaba tan bien, y resaltaba.
Toc, toc, toc.
Me gire hacia la puerta y estaba Jasper.
- Te quería hacer una pregunta –cortándome lo que iba a decir.
- Hazla –le conteste
- ¿Podría ir a cazar contigo esta noche?
- Obvio que puedes.
- Mira que no viene nadie más. Decidieron que seria mejor que vallamos los dos solos, ya que yo puedo controlar tus emociones y los demás no pueden hacer nada. A demás ellos te pueden distraer y los podes atacar a ellos también, al oír que te siguen.
- Bueno en tal caso. Iré contigo. ¿Se te hace algún problema?
- Ninguno. Es más me encantaría verte cazar.
- Bueno, entonces ¿qué esperas para ir? Me estas reteniendo acá y no me dejas ir a cazar.
Jasper se río por lo bajo.
Los dos salimos de la habitación y fuimos para abajo. Yo me dirigí hacia la cocina, pero algo me detuvo. Jasper me había tomado del brazo y estaba impidiéndome ir hacia donde quería ir.
- Por acá –me dijo con un tono de burla.
Me di la media vuelta y le seguía hacia fuera. Estaba todo muy oscuro, pero lo veía todo muy claro.
Jasper empezó a correr hacia el este, pero no me movía. Mi cabeza decía que tenia que seguirlo, pero mi cuerpo estaba en otro lado. Las aletas de mi nariz se habían dilatado, y esa era la explicación a mi inmovilidad.
El olor que penetraba en mi nariz, era delicioso. Pero había muchos más. Otro de los olores me producía hedor, bueno la mayoría de los otros olores.
No resaltaba ni el delicioso ni el que me producía hedor, y por eso estaba completamente segura que ya había pasado mas de una hora, cuando estos pasaron y dejaron su olor.
Volví a la realidad, tenia que seguir a Jasper. Tome aire, y salí corriendo en la dirección que él lo había hecho.
Pensé que no lo iba a poder seguir y que me iba a perder, pero su olor magnifico había dejado su rastro. Y lo seguí.
En treinta segundo empecé a ver por donde iba Jasper. Parecía una águila blanca como la cal volando bajo, para poder alimentarse. En otros treinta segundos estuve al lado de él.
Primero le prestaba más atención al bosque que me rodeaba. Cada vez que veía un árbol frente a mí, me corría hacia el costado, pero le ponía toda mi atención a la carrera y tratar de no chocarme con nada. Después el correr me hizo sentirme libre y segura de esa libertad.
En un momento trate de chocarme con un árbol, pero mi cuerpo respondió lo contrario. Se corrió unos milímetros y el árbol paso a centímetros mio. Mejor dicho pase yo al árbol a centímetros. Eso me hizo darme cuenta que no necesitaba atención alguna el correr. Podía correr mil kilómetros llenos de árboles y no chocarme con ninguno.
Me reí para mi misma. Esto de ser vampiro era de lo más. Pensé que cuando me iba a reír iba a bajar la velocidad que iba, pero nada de eso. Seguí vivita y coleando, corriendo como si nunca hubiera dicho nada o no me hubiera reído.
Lo mire a Jasper y vi que él, que me estaba mirando. Su mirada era sorprendente. Un montón de emociones se le cruzaban. Una era de sorpresa, de felicidad. Otra de tristeza, y decepción.
Me pare en seco. Jasper siguió unos metros más, pero luego se detuvo y volvió hacia donde estaba.
- ¿Por qué te sentís decepcionado?
- Eso ahora no importa. Estamos de caza. Después te lo explico.
- Ok
- Ahora cierra los ojos y huele. ¿Dime que hay?
Cerré mis ojos suavemente y mis sentidos se agudizaron. Escuchaba todo. La respiración de Jasper era muy tranquilizadora si te la ponías a escuchar en el momento que estabas sacada.
Deje que el sentido de mis oídos se expandiera más, para poder escuchar más lejos.
El ruido de un arroyo, una cascada tenia este. Cerca había lago grande y pesado que se movía. Sus patas retumbaban en mis oídos, pero retumbaba peor, su corazón. También se escuchaba, el lamido de los animales tomando agua del arroyo. Sus corazones eran un poco más suaves que el del animal que rondaba cerca de ellos. Pero al oírlos se me hacia agua la boca.
- ¿Qué hay?
- Hay cuatro, tomado agua del arroyo, y uno grande que les ronda.
- ¿Qué? ¿Qué estas escuchando? Eso esta del otro lado.
- ¿A sí?
- Sí. ¿No escuchaste nada de cerca?
- Escuche de todo. ¿Puedo ir a cazar el animal grande? Se me esta haciendo agua en la boca.
- ¿Qué animal? Son todos alces. No hay ningún animal grande.
- Sí que lo hay. Y te lo voy a demostrar.
Empecé a correr hacia donde escuchaba el corazón latir. Cada ves estaba más cerca. Pero lejos también. Cuando me puse a ver todo lo que estaba cruzando para llegar a donde estaba el animal. Me di cuenta de que realmente estaba lejos.
Cada ves más cerca, cada ves más fuerte se lo escuchaba. Ya podía captar su olor. Un olor a felino, a cazador. La sangre de otro animal olía en su hocico.
Pase los árboles como un rayo y me subí a una rama de un árbol. Ya estaba lista para cazar y lo estaba haciendo.
El arroyo se escuchaba mucho más fuerte y los lengüetazos de los animales todavía se escuchaban. Debajo de mí había un felino grande. Era un puma muy bonito, su corazón se escuchaba tan fuerte, que me hubiera gustado tapármelos. Pero algo me lo impidió.
Mi garganta empezó a arder. No había sentido eso tan fuerte, desde que el dolor de mi transformación se había acabado. Pero no eran llamas que me quemaban, sino algo que me pedía... sangre.
Me precipite hacia la garganta del felino. La maniobra que había hecho de subirme al árbol, había hecho las cosas más fáciles. El puma desde donde estaba no me podía rasguñar, ni hacer nada contra mí.
La sangre era deliciosa, estaba caliente. Pero poco a poco el latido del corazón se fue apagando, hasta que no latió más. Todavía quedaba sangre en el animal, así que lo diseque por completo.
Tenia un olor fabuloso, pero no tanto como la que me encantaba. Nada podía superar ese olor.
Mis sentidos todavía seguían agudizados y pude captar, coma alguien se me acercaba rápidamente. Deje de beber y me levante.
Lo primero que hice fue mirar mi ropa. Estaba intacta, no se me había hecho ningún agujero, ni nada.
Jasper apareció de la nada y me miro con los ojos como platos. Me miraba de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba, sorprendido. Luego de quedarse un rato mirándome, corrió la vista hacia mi lado.
- Viste que había un animal grande. Era un puma.
- Pero... desde donde estábamos no se escuchaba lo que había por acá. Por eso te dije que no había ningún animal grande.
- Ah. ¿Viste como lo hice?
- Sí. Y es realmente sorprendente. No tienes ningún rasguño, ni nada. Ni una mancha de sangre.
- Pero ¿no viste mi maniobra?
- Llegue un poco tarde. Corres más rápido de lo que esperaba, por eso llegue tarde. Pero contadme lo que hiciste.
- Vine corriendo hacia aquí y me subí a la rama que esta por allá –señale una rama que estaba encima de mí –y luego me tire y le mordí justo en la garganta. Al caer de arriba, el puma no podía rasguñarme, ni hacer nada para sacarme de su lomo. Fue todo muy sencillo, y estuvo realmente bueno. Mi garganta ya no arde más.
- ¿No te arde más? –pregunto sorprendido
- Ahora no, pero no tenes una idea de cómo me ardía cuando el puma estaba vivo. En un momento tuve miedo.
- Miedo. ¿De que?
- De que las llamas que me habían atrapado cuando me transforme, volvieran a consumirme y que el dolor apareciera otra vez.
- Bueno, eso nunca más va a volver a suceder. Si no tienes más sed, ¿queres que vallamos a casa?
- Sí por favor. Tengo un poco de sueño.
Estábamos más cerca de lo esperado gracias a mi caza. Habíamos ido hacia el este y habíamos terminado en el oeste. Los dos juntos corríamos, pero cuando vi a Jasper que estaba haciendo un esfuerzo bárbaro por mantener mi velocidad y que por poco se iba a poner exhausto, baje la velocidad.
Ir a la velocidad de Jasper era como caminar rápidamente.
- Gracias –dijo imitando a un chico después de correr una maratón de cinco kilómetros.
- Jaja. De nada.
Faltaban trescientos metros para llegar a la casa. Vi como Emmett se asomaba a cada segundo por la ventana, buscando algo. Rose hacia lo mismo que Emmett, pero mucho más disimulada. Cuando estuve a doscientos metros de la casa, vi como Emmett salía desesperado por la puerta principal y me miraba.
La primera mirada fue de enojo, y la segunda de sorprendido.
- ¿Por que esta enojado conmigo Emmett?
- He... que te lo explique él. –dijo excusándose.
Llegue a la casa y Emmett me dio un fuerte abrazo, luego me separo de él de la nada y me miro de arriba hacia abajo y viceversa. No me dijo nada al principio pero sabia que algo le rondaba por la cabeza y quien sabe si era algo bueno o malo.
- “Es sorprendente, no trajo la ropa manchada, seguro que cazo un alce muy chico” –mi mente me dijo.
¿Qué? ¿Y eso?
Sabia perfectamente que podía estar un poco loca, con las cosas que hacia cualquiera diría esta está loca, pero que mi subconsciente me dijera algo, que ni siquiera esta bien. Si que es una locura.
No le di mucha importancia a lo de mi subconsciente, tenia demasiado sueño, como para hacerme preguntas y que mi locura me respondiera. Así que fui directo a mi habitación y me tire en la cama vestida –no-tenia ganas de cambiarme –, cerré los ojos y...

Sentía como mi piel se calentaba al rayo del sol. Abrí muy lentamente los ojos. La luz del sol iluminaba la mitad de la habitación, había un lado de la cama que se mantenía en las sombras. Ahí me percate de que había alguien al lado mío.
Renesmee estaba tapada con las sabanas da la cama y estaba dormida. Sus párpados cerrados eran hermosos.
Todavía los párpados me pesaban. ¿Qué es lo que me pasa? ¿Qué esta haciendo ella acá? ¿Hay no entiendo nada?
- Renesmee quería dormir con vos. No te molesto ¿no? – dijo la voz que aún no había reconocido.
Enseguida me di la vuelta para ver quien era la que me hablaba. Estaba Bella apoyada sobre el marco de la puerta mirando a su hija dormida.
- Por supuesto que no me molesto. Pero... no sabia que había venido, me habría quedado despierta si la hubiera visto.
- Ella te vio a vos. Estaba muy preocupada anoche. Jamás la había visto tan impaciente. Esperaba a que llegases.
- ¿De verdad? – le pregunte sorprendida
- Sí. Ahora ve, que Emmett te espera abajo. Yo bajo con Renesmee en un rato.
- Bueno.
Me levante de la cama y me cambie de ropa. Me puse un vestido azul que me llegaba hasta un poco más arriba de las rodillas y unas sandalias con un poco de taco. Cuando me mire al espejo para ver si estaba presentable, algo me asusto. Mi pelo parecía un espantapájaro viviente. Tome el cepillo del baño y empecé a cepillarme. Tironee de él para que saliera de los nudos que tenia en el pelo. Estuve unos cuantos minutos tratando de sacar todos los nudos que tenia, hasta que lo logre. Luego de lograr sacar los nudos, me hice un rodete y lo abroche, para que se sujetara.
Baje las escaleras de dos en dos. Me dirigí hacia la cocina. En ese corto trayecto, mire por la ventana grande que tal estaba el día. No había ni una sola nube, el cielo estaba completamente celeste.
Entre a la cocina y vi que Emmett se había puesto unos jeans color azul y una remera blanca que tenia una estampa de un bate de béisbol. Me espera con el cuenco, los cereales, el yogurt y la cucharita.
En la cocina estaban casi todos. Faltaba Bella, que estaba arriba y Alice que no sabia donde estaba.
Me serví los cereales y el yogurt al mismo tiempo y comencé a comerlo rápidamente, tenia hambre. Antes de introducirme la primera cucharada, mi estomago gruño.
- ¿No creen que Lucía pueda ir al instituto? –pregunto Alice, que recién entraba.
- Yo creo que sí. El otro día lo manejo muy bien con los humanos. –agrego Emmett.
- Yo digo que no –comento Jasper de una forma no muy normal.
- ¿Por qué? –pregunto Rosalie medio enojada.
- No les conté nada de lo de ayer, porque quería que estuviera Lucía para explicármelo a mí también. –contesto Jasper.
Nadie comento nada, y yo no podía decir nada, los cereales se me habían atragantado en la garganta y el aire no me pasaba y no podía hacer que las palabras salieran de mi boca. Jasper al ver que nadie decía nada decidió continuar con el discurso de porque no podía ir al instituto.
- Bien comencemos por el principio. Ayer yo la lleve a cazar, ¿sí? Bueno la lleve al este a cazar. Emmett me dijo que no la llevara a ningún lugar donde había animales grandes. Y eso hice la lleve hacia el este, ahí no hay casi ningún felino. Al principio ella se quedo parada un buen rato en el porche de la casa. Pero luego en menos de dos segundos estuvo a mi lado.
» Le dije que cerrara los ojos y que oliera y me dijera que era lo que olía. Y no tienen ni idea de lo que me respondió. Me dijo que se oía un arroyo que había cuatro alces tomando agua y un animal grande que les rondaba.
- Entonces no cumpliste tu promesa –lo reto Emmett.
- ¿Podes esperar a que te cuente toda la historia? –le acuso Jasper –si cumplí tu promesa. La lleve a un lugar donde había como siete alce y ningún carnívoro había ahí. Había recorrido el terreno por eso, verifique que no haya ningún felino cerca de ahí cazando.
»Al principio no entendía lo que me decía. Yo olía y no había ningún felino y ningún arroyo se escuchaba, y encima de todo no había cuatro había siete alces. Yo le dije que no había ningún felino y ella me dijo que lo había. Salió corriendo a toda prisa hacia el oeste. Corre mucho más rápido que vos Edward, te lo aseguro.
Se fue muy al oeste, me llevaba unos cien metros de distancia, no lograba alcanzarle. Primero que no entendía nada, ¿cómo podía oler algo tan lejos? En un momento pensé que había captado el olor a Jacob, pero era imposible, yo no olía nada feo por ahí.
Después cuando volví mirar por donde ella venia corriendo, me encontré con que no estaba. Pare de correr y seguí su olor. Fue muy difícil seguí su olor, cuando pasa casi no deja rastros.
Cuando la encontré, estaba sobre un puma. Era grande, ella estaba más que ilesa, estaba contenta por haber hecho flor de maniobra para atacarle.
- ¿Qué maniobra hizo? –pregunto Carlisle impresionado
- Se trepo a un árbol y lo ataco desde arriba, comiéndole el cuello de una forma en la que el puma no podía atacarle con nada. Así que lo dejo indefenso con eso.
- Es sorprendente –dijo nuevamente Carlisle, pero ahora con palabras y no con la expresión –. Ella tiene los sentidos más agudizado que el de todos nosotros.
Edward me estaba volviendo loca, nadie le prestaba ni la más mínima atención. Se movía de aquí para allá, con la mano en la cabeza, como si le doliera o algo por el estilo. Que yo sepa los vampiros nunca eran tan inquietos, a parte Edward tenia un don que no lo podía sacar de quicio o por ahí si, porque no le gustaba nada lo que pensaba el otro, pero este no parecía ser el caso, algo le taladraba la cabeza.
Tenia gana de gritarle. Pero no me lo aguante.
- ¿Puedes quedarte quieto? Por favor –le grite molesta.
- Y vos podes decirme que es lo que estas pensando –me contesto también con un grito.
Todo el mudo se quedo callado por un segundo que fue eterno. Emmett se paro de la silla y se puso frente a mí, cubriéndome de Edward.
- Hey cuidadito como le hablas. A parte que te importa lo que piensa. Si piensa mal de vos aguántatela. –Emmett se quedo callado otros dos segundos mas, que también me parecieron eternos – espera. Vos dijiste ¿dime lo que estas pensando?
Edward asintió con la cabeza.
- Cuando Lucía esta despierta su mente se mantiene en blanco, como sí nunca pensara. Pero cuando duerme, los sueños que tiene o lo que su cabeza piensa o hace, lo sé todo y por encima de todo eso, lo grita.
- Eso es sorprendente –volvió a repetir Carlisle.
Hasta ese momento no había dado bocado a las conversaciones que estaba yo como tema principal. Había solo una pregunta que quería saber. Pero si lo hacia revelaría lo que nunca hubiese querido contar.
- Entonces ¿sabes lo de mis pesadillas? –le pregunte –. Lo siento, no puedo controlar mis sueños, ellos solo aparecen.
- No, perdona yo fui un bruto en hablarte así. Perdón.
Si Edward había podido leerme la mente cuando dormía, eso solo significaba una cosa. Había vivido conmigo todas mis pesadillas.
Las pesadillas más infernales, en la cual había matado a Emmett y a Rosalie y encima vio mi sueño de hace dos noches también.
Oh no.
El pánico y la vergüenza se me vinieron encima. La sangre me subió a las mejillas y sentí que mí propia sangre me quemaba, esto me produjo mucho calor. Y cuando tenia calor mis mejillas se ponían aun más coloradas que cuando me sonrojaba.
- ¿Te sucede algo? –me pregunto Edward
- Es solo... es que... ¿Contaste mis sueños? –le pregunte tartamudeando y con mucha duda.
Él no podía haberme hecho eso –me grito mi conciencia. ¿ Y sí se lo había contado a Emmett o a Rosalie el sueño en el cual los había matado? ¿Y si ahora ya no me querían más y solo simulaban para no quedar mal?
- No, no se lo conté a nadie.
Las palabras de Edward me tranquilizaron. Emmett y Rosalie no fingían quererme, era de verdad que me querían.
No se lo ha contado a nadie, repetí varias veces para tranquilizarme.
- Bueno entonces esta todo bien.
- ¿Qué esta todo bien? –volvió a gritar Edward –No te puedo leer la mente cuando estas despierta, pero sí cuando estas dormida ¿Eso es estar bien?
Edward estaba sacadísimo, en toda la semana que había transcurrido con los Cullen, jamás lo había visto así. Mientras que Jasper trataba de calmar a Edward, que lo fue logrando poco a poco, yo seguí paralizada –solo en mi mente -¿Cómo era posible que Edward no pudiera leerme la mente? ¿Por qué se habían sorprendido por mi caza? Ahora que Edward no podía leerme la mente ¿Me odiaría? Y de ahora en más ¿Me querrá y me tratara como lo había hecho hasta ahora?
Todas esas preguntas eran realmente absurdas. Él siempre me iba a tratar como me había tratado hasta ahora, las cosas no iban a cambiar por que él no podía leerle los pensamientos ¿no?
Bella abrió la puerta y paso dentro de la cocina pero se quedo sosteniéndola para que pasara Renesmee. Ella tenia el enterito rojo que le había regalado ayer cuando yo no estaba. En realidad se lo había comprado para regalárselo y dárselo en las manos yo ayer, pero me dormí y seguro que Rosalie se lo había dado.
- Té queda hermoso Renesmee –le elogie y olvidándome lo que le inquietaba a Edward.
- Luli –grito.
Vino corriendo hacia mi y yo abrí los brazos inmediatamente y ella se acomodo en el hueco que hacían mis brazos perfectamente.
No le preste ni la más mínima atención a la discusión que se había hecho y salí con Renesmee fuera de la cocina y luego fuera de la casa. Ella me mostró una imagen en donde íbamos las dos juntas tomadas de la mano, caminado por el césped. No cabía duda que era lo que quería, así que hice lo que me pidió. La baje de mi regazo y la imagen que había visto recién se había hecho realidad.
Estuvimos caminando por todo el bosque, pasamos por un lugar donde había una inclinada y se nos ocurrió a las dos la misma idea. Nos acostamos en el suelo de costado y nos tiramos por la bajada que tenia la inclinada. Las ramitas y las espinillas que eran muy comunes en ese bosque, no nos afectaba en nada, el suelo parecía algodón para nuestra piel. Por ahí para un humano hacer lo que estábamos haciendo era como si te estuvieras suicidando, pero para nosotros los vampiros, nada nos dolía. Los únicos que nos podían destruir eran los sentimientos de una persona y otro vampiro.
Después de hacer esa revolcada, fuimos y nos sentamos en unas piedras gigantes y empezamos a hablar. En mi vida había escuchado tanto tiempo una voz tan hermosa como la de Renesmee. Lo que mayormente hablamos fue de la vida de ella, me contó como había sido el parto y mostrándome las imágenes, también me contó como fue la imprimación con Jacob y las imágenes también me las mostró.
Cuando me mostraba las fotos del tal Jacob, me moría de celos. Que suerte que tenia Nessie al estar con el chico más hermoso del universo. Su sonrisa era realmente hermosa, esos dientes blancuzcos que mostraba cada vez que sonreía, me enloquecían. Después de todas esas imágenes, me las volví a grabar en mi mente.
Renesmee también me contó que casi había habido una lucha, y todo por culpa de ella.
Yo le contradije y le prohibí culparse otra vez.
Después de hablar un buen rato, nos dimos cuanta que faltaban solo unas horas para que se produzca el crepúsculo. Todavía se veía el sol. Era hermoso verlo ahí, el sol parecía una bola muy grande y anaranjada.
Cuando estábamos regresando, algo paso y nos hizo quedar paralizadas, bueno mejor dicho me hizo quedar paralizada, porque Renesmee se acercó al animal, como si lo conociera.
Era un animal grande, por momentos parecía un oso grande, su pelaje era gisaseo pero si lo mirabas bien parecía un lobo gigante. No me agarro sed cuando lo miraba.
Renesmee le acariciaba la melena que tenia y parecía quererlo al lobo. Yo seguí quieta como una piedra. Mis músculos no reaccionaban, pero algo de mi instinto sí reacciono. Las aletas de mi nariz se dilataron y olfatee.
El olor de Renesmee era delicioso, pero el otro olor que venia hacia mí me producía hedor. Al sentirlo arrugue la nariz y volví a la realidad.
Nessie estaba con un perro gigante y yo acá parada haciendo nada. El perro podía hacerle daño y todo iba a ser mi culpa. Recordé lo que había dicho Jasper hoy. Corre mucho más rápido que vos Edward. Si corría rápido, podría llevarme a Renesmee y que el lobo gigante no nos alcanzara.
El lobo desde que habia llegado no se había percatado en mi , sola la miraba a ella. Así que aproveche la situación y salí corriendo en dirección a ella, la tome por la cintura y salí a toda velocidad, siguiendo el rastro que habíamos dejado antes.
En menos de dos minutos estuvimos frente a la puerta de la casa. Alice estaba fuera sentada en los escalones cuando nos oyó giro la cara y se quedo mirándonos. Tenia la mirada débil, sus ojos parecían querer llorar.
- Entra en la casa –le susurre en el oído a Renesmee antes de llegar a donde estaba Alice.
Renesmee me hizo caso y entro. Yo me senté al lado de Alice y me apoye en su hombro.
- ¿Qué es lo que pasa? –le pregunte triste por ella.
Ella no me respondió, siguió mirando a la nada, como si yo no estuviera. Desee tanto tener el don de Edward y poder ayudarla en lo que tanto le entristecía.
- ¿Por qué todos tienen una familia y yo no? Todos tienen a alguien a quien apañar y o no tengo nada, solo lo tengo a Jasper. Pero quiero un niño o niña lo que sea pero quiero a alguien a quien regalarle todas mis cosas y querer ser mamá algún día.
Cuando termine de escuchar eso. Me puse mal, las lagrimas me caían por las mejillas. Me levante y me puse detrás de ella, coloque mi cabeza sobre su hombro y la abrase con fuerza.
- Ya va llegar el momento en que vos seas mamá –le susurre en el oído respondiendo a lo que me había dicho –ya vas a tener a alguien a quien apañar, y regalarle cosas. Solo tenes que esperar un poquito, los sueños siempre se cumple.
- ¿Qué? ¿Cómo sabias que estaba acá por eso? –me dijo sorprendida
- Me lo acabas de contar –le dije confundida -¿Acaso no lo recuerdas?
- ¿Qué? Yo no te conté nada, ni siquiera hable.
Ahí caí en la cuenta. Había pasado lo mismo ayer a la noche cuando quería saber lo que pensaba Emmett. Y ahora había sucedido con Alice. ¿Qué era lo que me pasaba?
- ¿Cómo que no hablaste? No entiendo nada. ¿Qué es lo que me esta pasando? –las palabras salían atropelladas de mi boca, estaba más confundida de lo esperado.
Alice se paro y me ayudo a levantarme. Mi cuerpo no reaccionaba, pero al fin logre levantarme. Caminamos despacio hacia la puerta y cuando estuvimos frente Edward la abrió de golpe.
Su cara representaba la confusión en persona, todo su cuerpo estaba confundido. Edward me miraba de arriba hacia abajo y viceversa, pero en ningún momento se acerco a ayudarme, hasta que Alice le dijo.
- ¿Pensas ayudarme?
Me ayudaron a entrar a la casa y me pusieron sobre el sofá, ahí me recostaron boca arriba.
- Llama a Carlisle, algo tiene esta chica. –le ordeno Edward a Alice.
Ella se fue de la sala y entraron otros dos más. Eran Emmett y Rosalie. Llegaron en menos de dos segundo a mí lado. Rosalie me tomo de la mano y me la apretó.
- Esta que hierve –dijo Rosalie con un tono de inquietud en la voz.
En ese momento volví a la realidad. Mi corazón latía como un colibrí batiendo las alas, el ruido de este me estaba matando. Tenían que tranquilizarlo con algo.
Claro, ¿Cómo ellos iban a tranquilizar mi corazón? Ellos jamás iban a poder hacerlo, yo era la que me tenia que tranquilizar, para que mi corazón dejara de aturdirme con los latidos.
Ahora la sala estaba llena, la familia entera estaba viéndome y seguro escuchando como mi corazón latía.
- ¿Sé esta produciendo la parte de la transformación que faltaba? –pregunto Edward impaciente por saber
- Lu mi amor –me llamo Rose –¿Te duele algo?
Negué con la cabeza, no encontraba la boca y menos la garganta para poder decir alguna palabra.
- ¿Seguro que no te duele nada mi amor? –volvió a preguntar Rosalie.
- Segura –logre articular.
Mis músculos estaban agarrotados y mi mente le daba vuelta a todo. ¿De donde había escuchado eso? ¿Mi conciencia lo había inventado? No, no. Eso era imposible, Alice había dicho algo que me había confirmado lo que había “escuchado”, pero el tema es que no sabia si realmente lo había escuchado.
- Contadme lo que realmente paso y no cuentes tus pensamientos –hablo Edward ya tranquilo.
En ese momento me senté y la mire Alice asustada, ella me devolvió la mirada, pero no estaba asustada. Mirándola mis músculos se fueron relajando poco a poco sintiéndose otra vez en confianza con mi cuerpo. Alice al ver que me tranquilizaba cada vez más, decidió hablar.
- Yo estaba sentada en las escaleras y luego vino Lucía, se sentó al lado mío y se quedo ahí apoyada sobre mi hombro. Yo estaba pensando en algo, pero ninguna de las dos habíamos hablado. De un momento a otro ella se paro, se puse detrás de mi y me susurro al oído un comentario con respecto a lo que había pensado –hizo una pausa y me miro –. Ella pensó que se lo había dicho. Por momentos creí que se había dado cuanta, pero cuando le pregunte en que momento se había dado cuenta que estaba así, y ella me respondía que se lo había dicho recién. Y ahí caí en la cuenta. Lucía me había leído la mente.
Cuando termino de decir eso, mi corazón se detuvo por completo. Mis latidos ya no se escuchaban y mi respiración había cesado. Los pulmones me pedían aire, pero yo no se los daba. No quería respirar.
- Lucía respira –me grito Emmett.
Solté todo el aire que estaba reteniendo y comencé a respirar nuevamente, pero muy agitada y mi corazón también volvió a latir, pero lo hizo tan fuerte que por poco no me rompió las costillas.
Todo esta bien me dije todo esta bien, me repetí varias veces en mi cabeza. Estaba tan agitada, mis pulmones no habían tenido oxigeno por quien sabe cuanto minutos o segundos.
- ¿Lucía? ¿Estas escuchando mis pensamientos?
Trate de concentrarme en lo que me había dicho, pero la habitación me daba vueltas y la cabeza me dolía demasiado.
- No lo sé, pero no... – y volví a tumbarme en el sofá.
Las luces se apagaron, reinaba la oscuridad en mi mundo. Pero, luego me di cuenta que la oscuridad era porque había cerrado los ojos.
Los abrí muy lentamente y mire a mí alrededor. Estaba boca arriba, sobre el sofá y toda la familia Cullen me miraba.
Las miradas eran diferentes, aunque algunas coincidían. Tanto Rosalie como Emmett me miraban de la misma manera. Estaban realmente preocupados, aunque en los ojos de Rosalie había más sentimientos, uno era el dolor. Carlisle me miraba sorprendido, después Jasper trataba de concentrarse en algo. Alice, Bella y Esme tenían la misma mirada de siempre, de honestidad, de dulzura, aunque ahora con un poco de preocupacion. Edward tenia la vista perdida, pero tenia los ojos puesto en mí.
Me levante muy suavemente procurando no volverme a marear. Rosalie me ayudo a levantarme y me puso un paño frío en la cabeza. Mi sangre me quemaba las venas y las arterias, y el paño que me había puesto me lo tuvo que sacar rápidamente porque de lo frío que había estado ya no quedaba nada, estaba que hervía.
- Esta decidido, mañana va a ir al instituto –dijo Alice ya despreocupada.
En este caso nadie hablo, todos miraban a Alice menos yo, que miraba a todos.
- ¿No entiendes Alice? –grito Jasper.
Los oídos me dolieron y la cabeza me ardió a todo pavor.
- Mira lo que paso recién y vos queres llevarla al instituto – volvió a gritar, pero esta vez si me tape los oídos.
- Ella es distinta Jasper –dijo con vos suave, ya que me había visto taparme los oídos –su reacción es más humana que vampiros. El que no lo entiende sos vos.
Luego Alice se dio vuelta y me miro por un minuto entero. Su mirada era casi tan atrapante como la de Rosalie.
- Lu, creo que deberías ir a dormir. Mañana tienes que levantarte temprano.
Me pare, y me dirigí hacia las escaleras, pero entes de llegar, la habitación se me dio la vuelta y me tambalee. Casi me caigo pero Rosalie estuvo ahí en ese segundo y me sostuvo. Me ayudo luego a subir las escaleras y me recostó en la cama cuando llegamos. Me tapo con las sabanas y me dio un beso en la frente.
- Buenas noches mi amor –dijo –, dormí que mañana vas a ir al instituto.
Rosalie me puso el CD de Reik a un volumen bajo y me dormí rápidamente.

Estaba en un lugar muy luminoso, cuando abrí los ojos. Estaba frente a mi casa. A mi casa verdadera, mis hermanos estaban en la puerta, todos corriendo, como si yo no estuviera ahí. Todos estaban muy felices. Nadie se preocupaba por nada. Mis papas estaban sentados en el banco que había cerca de la pileta tomando mate. Sofía estaba tirada en una lona, al lado de la pileta y leyendo un libro. Después los demás corrían por alrededor de la pileta y algunos estaban nadando.
¿Por qué están en la pileta ahora? ¿No están en invierno?
No, no. Ni Rocío ni jazmín tenían los labios violetas, y eso quería decir que no hacia frío. Pero yo sí tenia. Un escalofrío pasaba por todo mi cuerpo, me estremecí y todo se apago.
Había vuelto a la realidad, solo había sido un sueño lo que había visto.
Una mano me acaricia la mejilla, iba de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba. Abrí los ojos y era Rosalie la que me acariciaba.
Al ver que me había despertado, tuvo intenciones de pararse, pero la detuve. Le abrase fuerte y le di un beso en la mejilla.
- Buen día mamá –le dije con alegría.
- Buen día –dijo también con alegría –a levantarse que tenes que ir al instituto.
Se soltó de mi abrazo y se paro. Se dirigió hacia el ropero y lo abrió de par en par. Con solo verla ya sabia lo que había significado esa actitud. Tenia que elegir la ropa adecuada para ir al instituto.
Me puse un vestido corto y de color negro, pero al ver la cara de Rose, me di cuenta que no combinaba. Después me puse un pantalón de vestir y una camisa y cuando me mire en el espejo era un espanto. Después me puse una calza negra y un vestido corto azul.
Rose sonrió al verme. Ahora me tocaba buscar los zapatos. Me probé unas chatitas de color negro, pero Rose negó con la cabeza. Realmente no quedaban mal, pero si mi mamá lo decía. Me cambie y me puse unas sandalias blancas que tenían poco taco, y paso lo mismo que cuando me mire al espejo, no me quedaban bien, el modelo de la sandalia no combinaba con el modelo de vestido que me había puesto. Cuando mire hacia el lugar donde estaba Rosalie me di cuanta que no estaba, pero después de un segundo llego con unos zapatos de taco alto en las manos. Me los tendió y me los puse.
Me quedaban perfectos. Me sentí re alta con esos zapatos, estaban buenísimos. Jamás había usado unos con tanto taco. Bueno hasta ahora mis padres biológicos jamás me habían dejado utilizar unos.
- Emmett te va a matar si te ve así, pero no importa, yo te dejo ir así. Toma dale esta excusa del tapado –y me tendió un tapado negro y largo –. Ven a desayunar, no sea que muerdas a alguien porque no te di de comer.
Bajamos las dos las escaleras riéndonos y nos dirigimos a la cocina. Rosalie paso primero y me sostuvo la puerta para que pasara.
Emmett cuando me vio los ojos se le salieron de las orbitas.
- Antes de que me digas algo, tengo este tapado –mientras lo levantaba con el brazo y se lo mostraba – largo para que nadie me vea mucho ¿si eso te parece? –pregunte al final porque lo había dicho casi todo con una afirmación y no como una pregunta, no quería que se enfadara.
- Si, me parece. Pero te lo pones antes de salir de casa.
- Bueno, papá –le dije riendo
Emmett sonrió de oreja a oreja cuando escucho la palabra papá. No me sentía incomoda al decirla, y eso que ya tenia padres. Me sentaba bien.
Cuando termine de desayunar Esme me dio un beso en la mejilla y se fue de la cocina, luego vino Alice e hizo lo mismo que Esme. Me levante de la silla y me dirigí hacia Emmett.
- ¿Vamos? –le pregunte.
- Sí, sí. Vamos.
Tomo una campera y me empujo hacia fuera de la cocina, luego tomo del codo de Edward y también lo arrastro con nosotros. Ahora éramos dos los que arrastraba Emmett. Cuando llegamos al auto Emmett me miro, como si me estuviera dando una indirecta.
- Ah, me tengo que poner el saco ¿no? –le dije entendiendo la indirecta.
- Sí –me respondió medio enojado, medio alegre.
Nos subimos al jeep de Emmett y Edward condujo a gran velocidad por la carretera. En menos de cinco minutos ya estábamos frente al instituto.

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